Tinte natural a base de barro
Contenidos
Tinte de barro de bengala
El arte del tintorero ● El rojo de morinda ● El mordiente de aceite ● El envejecimiento del mordiente ● El teñido de rojos ● La extracción del índigo ● El teñido del índigo ● Los tabúes del índigo ● Los tintes negros ● Los amarillos y los verdes ● El ahorro de las prácticas de teñido
La mayoría de los azules, rojos, negros, morados y marrones naturales de los tejidos tradicionales indonesios proceden de dos tintes vegetales: el azul índigo, procedente de los arbustos Indigofera tinctoria e Indigofera suffruticosa, y el rojo morinda, de los árboles del género Morinda. Con paciencia y habilidad, los maestros tintoreros manipulan cuidadosamente cada ingrediente de la receta del tinte y cada paso del proceso de teñido para obtener colores brillantes, apagados, enérgicos o tranquilos.
Los tintoreros machacan la corteza de la raíz de los árboles de Morinda y la escurren en agua para extraer un pigmento rojo llamado morindina. La morindina no se adhiere al algodón sin un mordiente, una combinación de compuestos orgánicos que une el color al hilo. El mordiente requiere aceite, tanino y una sal de aluminio, sustancias químicas que se encuentran de forma natural en determinadas plantas forestales. Las recetas secretas del mordiente se han transmitido de madre a hija durante generaciones.
Tinte bengala
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Tintes de barro japoneses
Los tintes naturales son tintes o colorantes derivados de plantas, invertebrados o minerales. La mayoría de los tintes naturales son tintes vegetales procedentes de fuentes vegetales -raíces, bayas, corteza, hojas y madera- y de otras fuentes biológicas como los hongos.
A lo largo de la historia, la gente ha teñido sus tejidos con materiales comunes y locales, pero los escasos tintes que producían colores brillantes y permanentes, como los tintes naturales de invertebrados, la púrpura de Tiro y la carmesí, se convirtieron en artículos de lujo muy apreciados en el mundo antiguo y medieval. Los tintes a base de plantas, como el sargazo (Isatis tinctoria), el índigo, el azafrán y la rubia, se cultivaban comercialmente y constituían importantes mercancías en las economías de Asia, África y Europa. En Asia, África y América se producían telas con dibujos utilizando técnicas de teñido por resistencia para controlar la absorción del color en las telas teñidas en pieza. Tintes como la cochinilla y la madera de tronco (Haematoxylum campechianum) fueron traídos a Europa por las flotas del tesoro españolas, y los colorantes de Europa fueron llevados por los colonos a América.
Ropa teñida con arcilla
Los tintes naturales se obtienen de fuentes naturales. La mayoría son de origen vegetal y se extraen de raíces, madera, corteza, bayas, líquenes, hojas, flores, frutos secos y semillas. Otros proceden de insectos, mariscos y compuestos minerales. Los tintes naturales fueron la única fuente de color para los textiles, el cuero, la cestería y otros materiales hasta que se desarrollaron los tintes sintéticos en la segunda mitad del siglo XIX. De las miles de sustancias colorantes naturales, muy pocas llegaron a tener importancia comercial. Por colorante se entiende la planta u otro material del que se extrae el tinte. Las paletas completas se consiguen mediante el teñido en un baño y el teñido secuencial en dos o más baños.
Hay dos tipos de tintes naturales. Los tintes adjetivos o aditivos, como la rubia, deben utilizar un mordiente (una sustancia química que fija el tinte) para unirse a las fibras. Son el tipo más común y se han utilizado durante al menos 2.000 años. Los tintes sustantivos se adhieren a la fibra sin usar un mordiente o contienen tanino, un mordiente natural. Algunos ejemplos de tintes sustantivos son el cártamo, la cochinilla y el nogal negro. Los mordientes son compuestos químicos que se combinan con la fibra y el tinte formando un puente químico entre ambos. La rubia, la cochinilla y otros tintes naturales de importancia comercial son policrómicos, lo que significa que producen diferentes colores con diferentes mordientes. Los mordientes más comunes son los ácidos orgánicos débiles, como el ácido acético o el tánico, y las sales metálicas, como el sulfato de aluminio, amonio o potasio, el sulfato ferroso y el sulfato de cobre. Por lo general, el tejido que se va a teñir se hierve a fuego lento en una solución de mordiente antes de teñirlo (pre-mordante). Otras opciones son añadir el mordiente al baño de tintura o tratarlo con otro mordiente después del teñido para cambiar el color.