Escudo del reino de castilla

Bandera de castilla y león

El escudo de Castilla era el emblema heráldico de sus monarcas. El historiador Michel Pastoureau afirma que la finalidad original de los emblemas heráldicos y de los sellos era facilitar el ejercicio del poder y la identificación del gobernante, por lo que ofrecían para conseguir estos objetivos. Estos símbolos se asociaban al reino y, con el tiempo, representaban también el carácter intangible del sentimiento nacional o el sentido de pertenencia a un territorio[1].

Las Armas Reales de Castilla se adoptaron por primera vez al inicio de la era de la heráldica (hacia 1175),[1] que se extendió por toda Europa durante el siglo siguiente[3] El heraldista español Faustino Menéndez Pidal de Navascués explicó que no hay constancia de que existiera un emblema castellano consolidado antes del reinado de Alfonso VIII ni que estas armas tuvieran antecedentes preheráldicos como la heráldica de León.

El hecho de que desde sus inicios el castillo haya conservado un diseño básico -tres torres, más alta la central que las laterales- permite concluir que se trata de una creación autóctona, diferente a las existentes en Centroeuropa[cita requerida].

Wikipedia

Las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas reconocen a la Bandera de España como digna de la mayor veneración»… como símbolo de la Nación y de su unidad». El Real Decreto 1511/1977, de 21 de enero, sobre el Reglamento de Banderas, Distintivos y Emblemas, establece la descripción, medidas, forma de confección, usos y tamaños. La Ley 39/1981, de 28 de octubre, regula el uso de la Bandera Nacional y en su artículo 1 establece: «La Bandera Nacional de España es el símbolo de la nación, signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la misma, y representa los valores superiores expresados en la Constitución».

Como todas las banderas de los barcos de guerra eran iguales (la mayoría eran blancas con el escudo de cada país), el rey Carlos III decidió acabar con la confusión y pidió al pueblo que presentara ideas con el consiguiente decreto:

Para evitar los inconvenientes y perjuicios que el uso de la bandera nacional por parte de mi Ejército y demás Buques españoles puede ocasionar, según la experiencia pasada cuando se han confundido con las de otras naciones a larga distancia o durante el viento en calma, he resuelto que en adelante mis buques de guerra usarán una bandera dividida longitudinalmente en tres bandas, la superior y la inferior serán rojas y la anchura de cada una de ellas será la cuarta parte de la anchura total, y la del medio será amarilla, con el escudo de armas en el que figuren las dos sedes de Castilla y León con la Corona Real encima; y el gallardete tendrá las mismas tres bandas y el escudo será longitudinal, sobre un cuadrado amarillo en la parte superior; y los demás barcos usarán los mismos colores sin el escudo y el ancho de la banda del medio deberá ser un tercio de la bandera y cada una de las partes restantes se dividirá en dos bandas rojas iguales: rojo, amarillo, rojo, según el diseño que se adjunta. No se permitirá el uso de otras banderas en los Mares del Norte, con respecto a Europa, hasta el paralelo de Tenerife en el Océano y en el Mediterráneo, a partir del primer día del año mil setecientos ochenta y seis; en América del Norte a partir de julio; y en los demás Mares a partir del primer día del año mil setecientos ochenta y siete. Entiéndase para su debido cumplimiento= Firmado por S.M. en Aranjuez a veintiocho de mayo de mil setecientos ochenta y cinco.= A D. Antonio Valdés.

Escudo de españa

El escudo de Castilla era el emblema heráldico de sus monarcas. El historiador Michel Pastoureau afirma que la finalidad original de los emblemas y sellos heráldicos era facilitar el ejercicio del poder y la identificación del gobernante, por lo que ofrecían para conseguir estos objetivos. Estos símbolos se asociaban al reino y, con el tiempo, representaban también el carácter intangible del sentimiento nacional o el sentido de pertenencia a un territorio[1].

Las Armas Reales de Castilla se adoptaron por primera vez al inicio de la era de la heráldica (hacia 1175),[1] que se extendió por toda Europa durante el siglo siguiente[3] El heraldista español Faustino Menéndez Pidal de Navascués explicó que no hay constancia de que existiera un emblema castellano consolidado antes del reinado de Alfonso VIII ni que estas armas tuvieran antecedentes preheráldicos como la heráldica de León.

El hecho de que desde sus inicios el castillo haya conservado un diseño básico -tres torres, más alta la central que las laterales- permite concluir que se trata de una creación autóctona, diferente a las existentes en Centroeuropa[cita requerida].

Castilla

El origen histórico de las banderas está relacionado con los signos distintivos con fines militares. Los reyes y los nobles que iban a la guerra solían dibujar las figuras de sus escudos para identificar a sus ejércitos. Los decoraban con sus colores, para que los combatientes pudieran verlos en el confuso transcurso de la batalla.

La bandera, izada en los campamentos militares, era también una señal que ayudaba a la distribución de las fuerzas, y la bandera izada en castillos y barcos, significaba que el señor estaba en ese lugar. Sin embargo, lo más importante no era la bandera, sino el escudo que se veía en el paño elevado. En España, y a diferencia de lo que habían hecho los pueblos germanos -los visigodos-, se introdujo la costumbre de los romanos: la tradición de decorar los escudos con colores o figuras simbólicas. Esta tradición altomedieval, con el paso del tiempo, dio paso a la aparición de escudos durante los siglos XI y XII.

Según la leyenda, el rey Pelayo mandó dibujar un león en su escudo como reconocimiento por haber matado a uno, cuando estaba prisionero en Córdoba, tras la batalla del Guadalete. La figura heráldica del león pasó a sus descendientes que fueron los Reyes de Oviedo, y pasó luego, a los Reyes de León. Un poco menos románticas son otras explicaciones históricas que atribuyen el origen del león al propio reino de León, cuyo nombre evolucionó de la palabra latina «Legio» (debido a la Legio VII Gemina que tenía allí el campamento) a la palabra «Leo».

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