Quien te lastima te hace fuerte
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«Lo que no nos mata nos hace más fuertes». – Friedrich Nietzsche¿Qué opinas de esta afirmación? ¿Te parece verdadera o te parece un tópico? ¿Encuentras consuelo en estas palabras o no te sirven de nada?
«Es cierto, pero aun así, odio que me empujen al infierno para ver de qué estoy hecho. ¿No podemos todos creer en nuestra palabra?» – Deborah C. «La historia de mi vida». – Treva B. «Creo que esa frase, como la mayoría de las afirmaciones definitivas, representa más lo que nos gustaría que fuera verdad que lo que necesariamente es». – Elizabeth G. «Dios sigue confundiéndome con una mujer fuerte». – Anne B.Publicidad
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En el momento, este dolor parece que sólo te hace más débil. Puede parecer que tus luchas sólo te están destrozando. Pero, pronto, te das cuenta de que tu angustia sólo te hace más fuerte. Es la razón por la que eres irrompible.
Tu dolor te enseña a no malgastar tu amor en quienes no lo merecen y a repartirlo entre todos los que lo merecen. Sabes lo que se siente al sentirse solo y desdichado, así que das amor a todos los que no tienen suficiente.
El dolor te obliga a emprender un viaje de autodescubrimiento. Te das cuenta de lo que puedes soportar y lo que no. Poco a poco, empiezas a entender lo que quieres de la vida y quién eres realmente como persona. Este autoconocimiento te hace más fuerte y te convierte en una mejor persona. Aprendes a tratar mejor a los demás y, a su vez, te tratas mejor a ti mismo.
No tienes miedo a nada. Lo que no te mata te hace más fuerte, ¿verdad? En este punto de tu vida, te has convertido en un experto en luchar contra el dolor, así que dejas de temer tu sufrimiento y tu dolor.
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Lo que no te mata, te hace más fuerte proviene de un aforismo del filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Nietzsche. Se ha traducido al inglés y se ha citado con diversas variantes, pero en general se utiliza como una afirmación de resiliencia.
Nietzsche amplió un poco la idea en su autobiografía Ecce Homo, también compuesta en 1888. Aquí se refiere a individuos selectos como «golpes de suerte de la naturaleza… entre los hombres», y dice de esa persona: «Adivina remedios para las heridas; sabe cómo convertir los accidentes graves en su propio beneficio; lo que no le mata le hace más fuerte».
El profesor de filosofía de la Universidad de Glasgow, Michael Brady, explica que Nietzsche no parece pensar que todo sufrimiento se traduzca en fortaleza, sino que sugiere que uno debe tomar el sufrimiento como una oportunidad para construir la fortaleza, y que los que ya son fuertes son los que pueden hacerlo. En su libro Death Desire and Loss in Western Culture (Muerte, deseo y pérdida en la cultura occidental), el filósofo inglés Jonathan Dollimore describe este proceso de aceptar el sufrimiento como una oportunidad para ganar fuerza, llamándolo una «ingestión mágica y caníbal».
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Los estudios han demostrado que algunos supervivientes de traumas informan de cambios positivos y de un mayor desarrollo personal, lo que se denomina crecimiento postraumático (PTG). El PTG se refiere a cualquier cambio beneficioso resultante de una crisis vital importante o de un acontecimiento traumático, pero lo más habitual es que las personas experimenten un cambio positivo al tener una apreciación renovada de la vida; adoptar una nueva visión del mundo con nuevas posibilidades para ellos mismos; sentir más fuerza personal; sentirse más satisfechos espiritualmente, y/o que sus relaciones mejoren.
No existe una norma para determinar lo que constituye un trauma o un crecimiento saludable, pero se ha determinado por qué algunas personas experimentan el PTG y otras no. Como era de esperar, se descubrió que las personas con una aptitud moderada para la adaptación psicológica eran las más propensas a mostrar signos de PTG, mientras que las que tenían dificultades para adaptarse mostraban menos. Sin embargo, sorprendentemente, las personas con mayor aptitud para la adaptación psicológica fueron las que menos signos de cambio positivo mostraron, quizás porque ya entendían que la dificultad es parte de la vida, ya eran adaptables y no se transformaban tanto por la experiencia.